Cuando hablamos de calidad en el área de la salud, no nos referimos solo a paredes limpias, equipos modernos o médicos renombrados. Estamos hablando de algo mucho más grande: la experiencia completa del paciente, los resultados del tratamiento, la seguridad durante la atención y el respeto a la dignidad de cada persona atendida.
La calidad en salud es ofrecer servicios eficaces, seguros, centrados en el paciente y basados en las mejores evidencias científicas. Esto significa que la atención debe funcionar de verdad y, al mismo tiempo, ser humana, accesible, oportuna y sin desigualdades.
Según datos de la OMS (Organización Mundial de la Salud), alrededor de 1 de cada 10 pacientes hospitalizados sufre algún tipo de daño evitable. Por eso, protocolos de seguridad, como la doble verificación de medicamentos y la higiene de manos, forman parte de la rutina de instituciones comprometidas con la calidad. ¡Una atención segura salva vidas!
Por lo tanto, cuidar la calidad en los servicios de salud es cuidar de las personas — con técnica, ciencia, empatía y responsabilidad. Profesionales capacitados, procesos bien definidos y escucha activa hacen toda la diferencia.
Si usted es profesional del área, gestor o paciente: la calidad no es un lujo. Es un derecho. ¡Y también es un compromiso de todos nosotros!